Quien pasee hoy por el barrio norte de Bruselas verá sobre todo relucientes rascacielos de oficinas y amplias avenidas. Pero detrás de este decorado se esconde un pedazo olvidado de la historia de la ciudad. Durante un paseo con la ErfgoedApp cómo el barrio se transformó en una llanura desolada y cómo el arte le devolvió temporalmente el color y la vida.
De un barrio animado a un paisaje lunar
En 1967 se aprobó el famoso Plan Manhattan. El plan preveía un cruce de autopistas internacionales y un horizonte de torres de hasta 162 metros de altura. Para su realización, miles de residentes tuvieron que abandonar sus hogares. Las máquinas de demolición entraron en acción y las calles, antes bulliciosas, se convirtieron en un paisaje lunar de terrenos baldíos y casas abandonadas.
Cuando estalló la crisis del petróleo en la década de 1970, la fiebre constructora se detuvo. El barrio Noordwijk quedó atrás como una llanura desierta, un terreno baldío en el corazón de Bruselas.

Una explosión de color
Y entonces ocurrió algo inesperado. Entre 1977 y 1981, jóvenes artistas se apoderaron de las desoladas paredes. Impulsado por François de Cugnac, entonces director de Sirtaine, el mayorista local de material eléctrico y telefónico, surgió un proyecto único: 22 enormes murales, que en conjunto sumaban 5000 m². Contrató al dibujante Pierre Gérard, recién graduado, y le pidió:
«Sácame de esta monotonía».
Con el apoyo de la escuela de arte Le 75 y junto con otros artistas, se puso manos a la obra. Las primeras pinturas murales pueden considerarse aún como paneles publicitarios artísticos, pero poco a poco se convirtieron en denuncias contra los abusos urbanísticos, sociales o ecológicos.
Las obras eran coloridas, humorísticas y, a menudo, con contenido social. Mostraban tranvías, trabajadores, flores e incluso personajes de cómic. Para un barrio que durante años solo había conocido el gris y el deterioro, estas pinturas eran un rayo de luz, en sentido literal y figurado.

Olvidado, pero no perdido
Desde 1995, los murales han desaparecido por completo del paisaje urbano. Al final, se construyeron los edificios de oficinas y las obras de arte quedaron ocultas bajo el hormigón y el cristal. Sin embargo, la historia sigue viva gracias al guía urbano Joris Sleebus, que con su investigación y la exposición Lichtpunt (Punto de luz) ha revivido el recuerdo.
Durante el paseo, podrás escuchar esta historia sobre el barrio Noordwijk, los residentes que tuvieron que marcharse y los artistas que dieron color al barrio temporalmente. Con material audiovisual histórico se reconstruye un episodio que casi había caído en el olvido.

Un paseo lleno de historias
Este paseo con la ErfgoedApp claro que el patrimonio no siempre es tangible. A veces se trata de recuerdos, de historias que corren el riesgo de desaparecer. Las pinturas murales del barrio de Noordwijk son un magnífico ejemplo de ello: ya no existen, pero su significado permanece.
Y lo que sin duda resulta curioso es que cada día miles de personas recorren este trayecto para ir y volver del trabajo sin saber que aquí se llevó a cabo uno de los mayores proyectos de murales de Europa. El pasado se encuentra literalmente bajo sus pies y sobre sus cabezas, pero la historia es en gran parte desconocida.
Quien pasee por el barrio Noordwijk quizá solo vea torres y oficinas. Pero quien escuche esta historia descubrirá que aquí hubo una vez un barrio que vivía, protestaba y cobraba color gracias al arte.
¿Quieres revivir este pasado? Echa un vistazo al paseo en la ErfgoedApp y déjese llevar por la historia olvidada del barrio de Noordwijk. ¿Quiere ver más fotos de este proyecto? No dude en echar un vistazo a erfgoedbankbrussel.be.
